Cómo ser adicto al yoga

29.07.2024
¿POR QUÉ ME HICE ADICTO AL YOGA?
¿POR QUÉ ME HICE ADICTO AL YOGA?

Cuando empecé la práctica del yoga, en los años ochenta, tenía que hacer un gran esfuerzo para dejar de ver la televisión y no comer más chocolate, para irme al centro de yoga.

A los dos meses abandoné. Y pasando el tiempo veo que el yoga es una moda. Mis amistades se van convirtiendo al yoga. Y hasta compran alimentos más saludable para profundizar en el mundo yóguico.

El yoga se iba convirtiendo en una forma de vida para muchas personas que conocía. Y yo lo había dejado.

Constantemente me preguntaba ¿por qué me resulta tan difícil tener voluntad para ir a clase de yoga?

Os cuento cómo deje el chocolate para hacerme adicto del yoga.

Lo primero que ocurrió es que encontré a un profesor que hablaba de forma entendible

En el mundo del yoga existen muchos profesionales, unos mejores y otros no tanto. Creo que la clave es encontrar al profesor adecuado, más que el estilo de yoga. Con mi profesor tuve buena conexión, buen rollo, y se disfrutaba practicando yoga con él.

En segundo lugar, gracias a Rudri (mi profesor) pude encontrar un yoga que me gustaba, el ashtanga, que era el que se impartía. Todo depende de lo activo que sea la persona, si alguien quiere más cañero o flojo. Así que se debe encontrar, además de profesor, también el estilo que a cada persona le va bien.

Tercero, es importante que la persona que practica se tome en serio a sí mismo. Claro que eso de tomarnos en serio no significa que vayamos a dejar de sonreír mientras estamos practicando en clase. No hay que tomarse en serio de forma rígida. Solo es cuestión de pensar que nos estamos superando y eso es lo que nos merecemos, porque cada día seremos mejores yoguis o yoguinis.

El cuarto punto es dejar de estar viendo siempre a los demás compañeros. Cuando estaba acudiendo a las primera clases, practicáramos la postura que fuera, siempre me quedaba observando como otro compañero se ajustaba a la postura mejor que yo. Todavía no sabía que eso era precisamente lo que no debía hacer. Es necesario abandonar esa idea de lo que debería hacer.

Por último, tenemos que cambiar eso de forzar a lo que en realidad debemos, aceptar. Aceptarnos. Puesto que cada persona es diferente a las demás. La fuerza y la flexibilidad dependen de cada persona. Por eso es por lo que algunas posturas nos van mejor que otras. Lo seguro es que, si fuerzo, puede ser que me cause algún daño. Y si en algunas posturas tengo que doblar las rodillas, pues las doblo y ya está.

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